viernes, 22 de agosto de 2008

Maigret.

Hay personajes literarios que sobrepasan a sus creadores.
Que si bien se conoce el nombre de aquéllos que los inventaron, se habla de ellos como de algo autónomo, ficticio pero con entidad propia y cada vez se desea conocer más de él. Esto es: una especie de reificación.

Es el caso de Sherlock Holmes, de Aubrey y Maturin, de Peter Pan, de Tintín...
Es el caso de Maigret.
Pipa Maigret, creada por Bill Ashton-Taylor
Maigret es un personaje creado por Simenon y que protagoniza una serie de novelas y relatos. A pesar de que sus relatos abarcan desde 1931 a 1972, el ambiente que reflejan los mismos es intemporal. Solamente unos detalles hacen ver el paso del tiempo como, por ejemplo, el hecho de que en una novela se indique que los Maigret han instalado un aparato de televisión en su sala de estar.

Para mí el atractivo que tienen las novelas de Maigret es el ambiente que describen:. Aunque el personaje es un comisario de la policía judicial francesa, no es la intriga de la resolución de los crímenes en los que participa lo que incita a leerlas sino cómo se acerca a los personajes, cómo describe los escenarios, cómo nos muestra París.

Y es que, en mi opinión, las novelas ambientadas en París superan a aquéllas en las que Maigret viaja por Francia, Inglaterra o Estados Unidos.

Maigret es grande, cachazudo, 'denso', fiel a su entorno: madame Maigret, sus colaboradores Lucas, Janvier, Torrance, Lapointe..., la basserie Dauphine, sus pipas, los cines, callejear por París, etc.
Le gusta beber (se diría que es un alcohólico pero los efectos de la bebida no son percibibles por los demás) pero muy raramente se emborracha. Y disfruta de la buena mesa ya sea de todo aquello que le prepara madame Maigret o de la que degusta casi a diario en los restaurantes.

Leed sus novelas o leed lo que inspiran.

P.S.: entre 2001 y 2009 he leido todas las novelas y algunos cuentos que he podido encontrar de Maigret. Ahora me queda el volver a empezar y seguir disfrutando de estos relatos.

miércoles, 23 de enero de 2008

Vidas ¿ejemplares?

La muerte de Robert James Fischer, "Bobby" Fischer ha desatado comentarios acerca de la relación entre genialidad y cordura.

Un aspecto que me interesa de esta polémica es la consecuencia que se extrae al conocer que alguien destaca en una actividad: se aísla esa capacidad de su contexto vital y se ofrece como referente.

Así, se indica como ejemplos a seguir a personas de la talla de Newton, Einstein, Marie Curie, Mozart, Beethoven, etc.
Bobby Fischer

Ahora bien si alguien escarba en la vida de estas luminarias, encontrará mucha veces severas fallas en su personalidad, cuando no graves desequilibrios.

¿Es la necesidad de tener mitos, ídolos, referencias inalcanzables, la que nos hace presentar una visión edulcorada, o al menos parcial, de sus biografías?

Y por contra: ¿no construimos alrededor de "fracasados" estructuras e ideologías que tergiversan su mensaje, con el fin de ensalzarlos?

Esto es: ¿por qué individuos que para sus contemporáneos fueron, como poco, contradictorios luego han sido, literalmente, sacralizados?

Poniendo dos ejemplos concretos: ¿qué se opinará de Fischer dentro de 5, 10, 25, 50, 100 años? ¿Qué opinaban sus coetáneos de Jesús de Nazaret?